Perspectiva de género no es una ideología
- leana Guillén Rodríguez
- Directora de la Escuela Judicial
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Primero que todo, quiero darle las gracias al grupo organizador por invitarme y por haber hecho parte a la Escuela Judicial de este esfuerzo en favor de las mujeres.
Y digo en favor de las mujeres, porque la campaña que tan acertadamente está impulsando el Ministerio Público, está dirigida a una población históricamente vulnerable, dado la sociedad androcentrista en que nos ha tocado nacer, vivir y convivir. Estamos conscientes de que la violencia doméstica no es un mal exclusivo de las mujeres, que también hay hombres que sufren de violencia doméstica. Pero estadísticamente está demostrado que afecta más a mujeres que a hombres y de ahí que me parece correcto que la campaña se dirija a esta población.
A veces pensamos que ya se ha hecho suficiente en un país con tradición democrática en materia de Derechos Humanos. Sin embargo, llega un momento en que nos damos cuenta de que no es así y despertamos a la cruda realidad, la que demuestra que debemos seguir trabajando dado que estas temáticas aun generan controversia en la población.
Últimamente hemos escuchado hablar acerca del deber de erradicar la ideología de género. Sobre ello debemos hacer algunas precisiones. La teoría de género no es una ideología. La perspectiva de género es un marco teórico y metodológico que nos ha permitido contar con un instrumental para analizar críticamente la realidad social de las formas de relación entre hombres y mujeres. También ha permitido evidenciar las formas de dominación, de poder que han ejercido los hombres sobre las mujeres en la sociedad patriarcal. Esto hace patentes las múltiples formas de violencia que la sociedad patriarcal ejerce sobre las mujeres: acoso sexual callejero, la violencia sexual, el hostigamiento sexual, violencia dentro de la familia y en la pareja, discriminación en el acceso al trabajo, entre otras.
No son sinónimos la perspectiva de género y la ideología, que es un concepto acuñado desde corrientes neoconservadoras, religiosas, que pretenden, haciendo uso de ese término, deslegitimar este marco teórico, que va más en la lógica de los Derechos Humanos. La teoría de género no es adoctrinadora, por ello no es una ideología. Se pretende hacer un análisis crítico que transforme la realidad construida desde la desigualdad y la violencia. La perspectiva de género no es una ideología, pues no pretende convencer a alguien de algo, lavar cerebros para que todos y todas piensen como yo quiero que piensen, sino que busca analizar una realidad: la desigualdad entre hombres y mujeres, entre otros muchos aspectos, pues está dirigida a los derechos de las minorías y poblaciones vulnerables.
Considero que la precisión es oportuna, porque pretender menoscabar el trabajo que se ha venido llevando a cabo para concienciar sobre la existencia de esta realidad, puede influir en la forma en que las mujeres, sobre todo aquellas en condiciones menos ventajosas, vengan a aceptar como naturales fenómenos como la violencia que su pareja ejerce sobre ella.
Toda forma de violencia es inaceptable. La mujer no debe sentirse menos por ser mujer, ni sentirse desprotegida por ser mujer, ni pensar en ningún momento que “es su cruz” y deben cargar con ella. Considero que esto es lo que este Poder Judicial ha venido trabajando desde la capacitación y desde la Secretaría Técnica de Género. Las víctimas de violencia doméstica necesitan, deben, ser empoderadas. El empoderamiento es lo único que hará que vean la realidad correctamente y no desde prismas sesgados. Que sepan que tienen derechos. Que pueden ejercer esos derechos. Y los ejerzan.
Entre ellos, el tema que hoy nos ocupa, denunciar cuando son víctimas de cualquier tipo de violencia, sea patrimonial, psicológica, física y que quienes operan el sistema validen y contribuyan al empoderamiento de estas víctimas.
Sirva la ocasión, también, para rescatar la necesidad de que retomemos con fuerza la sororidad, ese pacto social, ético y emocional construido entre mujeres, porque juntas somos más fuertes que por separado y el empoderamiento sólo es posible si creamos alianzas entre nosotras, tratándonos como hermanas y no como enemigas. Una unidad de un colectivo que permita un verdadero cambio social.
Como directora de la Escuela Judicial, como mujer, pero sobre todo como ciudadana, no puedo más que aplaudir estos esfuerzos institucionales y felicitar a quienes tienen la iniciativa de llevarlos adelante.
En este sentido, espero heredar a mi familia una sociedad más justa y equitativa, donde los Derechos Humanos comprendan a todos los seres humanos y sean realmente respetados, de manera que no queden únicamente plasmados en instrumentos internacionales, en letra muerta, sin la capital importancia que requieren, producto de una no aplicación.